lunes, 19 de julio de 2010

RECEPTORES DE SU PODER

Sermón predicado en la iglesia presbiteriana “Juan Calvino” de Bucaramanga


2 Corintios 12:9-10

Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.


El texto que en una ocasión escribió Pablo a la iglesia de corinto, hoy es la base de lo que el señor tiene para la iglesia, ya no de corinto, sino de Juan Calvino. No quiero extenderme ni hacer mal uso de su importante tiempo; pero de alguna manera, será Dios a través de su espíritu, quien marque el ritmo de su palabra. Palabra a la cual le guardo ahora más respeto y admiración que nunca antes. Y esto gracias, a que en los momentos cruciales que estamos viviendo como iglesia, Dios en su infinito amor no nos deja a la deriva. Y digo momentos cruciales puesto que luego de haber reflexionado en torno a la misión y visión de esta comunidad, y además, de evaluar algunos aspectos importantes del trabajo que hemos desempeñado; se siente un poco de desanimo, pesimismo, y eso está bien; pero es peor aun, cuando no sentimos nada. Y cuando esto pasa, es porque nos hemos dejado vencer por el conformismo.

Este tiempo es crucial para la iglesia, gracias a que estamos “débiles”. Y es por esa sencilla razón que el señor ha escogido este texto para nosotros hoy. Y decir que una iglesia está débil no es reconocer que hemos fallado, sino entender que es un momento coyuntural para la misión que debemos asumir. Hablaré pues de cómo enfrentar la debilidad a la manera de Dios, tal como lo deja claro este pasaje con 2 cosas.

La primera es: Bástate de mi gracia.

En los momentos más difíciles de nuestra vida, cuando más pensamos que las cosas van mal, queremos aferrarnos a nuestra salud, a nuestro dinero, a nuestra familia y a cuántas otras cosas más. Sentimos que nada puede estar peor. Hoy buscamos refugio en miles de cosas personas y situaciones. Algunas veces teniendo buenos resultados otras no tanto. Pero es allí, en medio de las adversidades, en medio de las dificultades más profundas donde Dios nos llama a bastarnos de su gracia.

No debemos olvidar que la causa de nuestra familia, de nuestros recursos económicos, de nuestras posibilidades, de la gente que tenemos a nuestro alrededor, de todo lo bueno que poseemos, de todo lo que queremos echar mano en una situación difícil, es la gracia de Dios. Por la gracia de Dios vivimos, por la gracia de Dios sentimos. En ellas somos y existimos.

Y la gracia nos recuerda el amor de Dios para con nosotros. Nos recuerda su pacto eterno. Gracia no es simplemente la misericordia de Dios, sino que es también la relación que Dios ha entablado con nosotros. La gracia es la responsabilidad que Dios tiene con nosotros; a la cual nosotros igualmente debemos responder como su palabra lo dice. La gracia es el amor de Dios hacia nosotros y por lo tanto el amor nuestro hacia Dios.

La gracia es la fuerza transformadora que hace que los sueños y las metas tengan sentido. No podemos olvidar que es por la gracia que podemos hoy luchar por la justicia y la equidad, por la libertad y la paz. Sino existiera la certeza de esa gracia que nos permite creer en un Dios que acompaña nuestros pasos; estos no tendrían punto de llegada.

A Abraham le fue dicho: yo seré tu Dios y ustedes serán mi pueblo; ésa es la profundidad de la gracia de Dios. La locura de creer que todo puede ser posible, que la paz y la felicidad son posibles, que un mundo sin barreras es posible; es la locura de la cruz. Es la relación mía con Dios, la dependencia del pueblo cristiano hacia su Señor más que a otras cosas, personas o situaciones. ¡Bástate de mi gracia! nos hace recordar que hasta en los momentos más difíciles, cuando no encontramos la salida, cuando pedimos para que nuestra situación cambie, Dios está más presente que nunca, tiene cuidado de nosotros y nos dice: aférrate a mi gracia.

la segunda dice: Mi poder se perfecciona en tu debilidad.

¿Por qué muchas veces pensamos que no podemos sufrir adversidades como hijos de Dios? En alguna ocasión me preguntaron acerca de empezar asistir a la iglesia y comenzar a caminar de la mano de Dios; que si luego de que eso pasara, la vida de aquella persona se iba mejorar sustancialmente, y todos sus problemas se acabarían y no tendría nada más de qué preocuparse. Mi respuesta fue, que luego de empezar a caminar con el Señor, es cuando más problemas, dificultades y adversidades tendríamos que enfrentar. Aquella persona se sintió un poco decepcionada, pero esa es la realidad. La realidad de Dios para con nosotros.

Pensemos en un momento ¿porque las situaciones difíciles de nuestra vida serían el escenario perfecto para nosotros crecer y salir adelante? Está científicamente comprobado que el ser humano desarrolla sus valores, su ética, su moral y sus relaciones, en base a equivocaciones y en una gran proporción, a negarse a sí mismo muchas cosas. Aprendemos en el fracaso. Aprendemos en las dificultades. Crecemos en las adversidades.

Lamentablemente aun no hemos llegado al lugar en el cual podamos sacar lo bueno de todas las dificultades que se nos presentan. Muchos factores influyen en esto: la sociedad, la televisión, la economía, la familia; en ves de ser situaciones de apoyo, personas y cosas sobre las cuales podamos apoyarnos para avanzar en nuestras dificultades, se van convirtiendo en la gasolina que mueve el motor de la indiferencia, de la intolerancia, de la desesperanza. Terminando por hacer que nuestra vida se vuelva derrotista, se empequeñezca, pierda sentido. Mas esta palabra nos da la luz para creer que este panorama puede cambiar.

Es de Dios que lo pequeño se vuelva grande, es de Dios tomar de lo insignificante y dotarlo de sentido, es de Dios que lo que parece lógico, no lo sea tanto, es de Dios creer que cuando estamos “débiles” nos perfeccionamos, es de Dios tener la certeza que en la flaqueza su poder esta mas activo en nosotros y nosotras.

El llamado de Dios en esta mañana, radica en la importancia que tienen la pruebas; aun más, en la importancia de Dios se manifestándose en las dificultades. Bástate de mi gracia es el llamado a la iglesia para que nos aferremos a nada más que a su gracia. Que entremos de lleno en el pacto de Dios con nosotros, en el cual, en ningún momento seremos menos, no cola, sino siempre vencedores, y cabeza. Es la hora pues de entrar en la visión que Dios tiene para esta, su amada iglesia. Es el tiempo en que la gracia de Dios sea lo que nos colme, no más de estar derrotados, no más de buscar soluciones en otras cosas cuando Dios mismo está presente en nuestro caminar.

Quizás gastamos nuestro tiempo en cosas infructuosas en el pasado, pero ya llego el momento en que las preocupaciones y dificultades presentadas no serán más estorbo a las bendiciones de nuestro Dios. Pues en la debilidad somos fuertes, porque el poder de Dios se perfecciona en nuestras flaquezas; y sabemos lo que eso significa para nosotros en estos momentos cruciales como iglesia: que contrario a lo algunos piensen al vernos y quizás nosotros mismos desmeritándonos porque estamos mal, no crecemos, no tenemos compromiso en fin… todos estos argumentos en ves de reflejar el supuesto estado de la iglesia, lo que nos dicen y ratifican es que Dios está perfeccionando su poder en nosotros y nos llama a que seamos RECEPTORES DE SU PODER. Con una Fe, vivida, sentida, y proclamada; una Esperanza inquebrantable; y un Amor incansable.

No nos cansemos de proclamar que su poder ahora más que nunca se está perfeccionando en nosotros. No recurramos a nada más sino a su gracia. Entremos en su visión que es grande y maravillosa, vivámosla con fe, veámosla con esperanza y cuando llegue, cuidémosla con amor. Dios nos ha dicho ¡somos los receptores de su poder! Que en este nuevo comienzo que como iglesia queremos hacer, sea la consigna de vos en cuello de todos nosotros. El que Dios está perfeccionando su poder en nosotros porque cuando somos débiles, entonces, somos fuertes.

C.S.M CRISTHIAN GÓMEZ

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