en la salida de integración de la familia calvinista
Paseo de la familia.
Este es un espacio de reflexión de la Palabra de Dios en el mundo, del accionar de la Iglesia y su responsabilidad como luz y sal en medio de un contexto de desesperanza. El sustrato principal son los sermones, estudios y devocionales compartidos en la Iglesia Presbiteriana Juan Calvino. En el encontraremos reflexiones de diferentes visiones y profundidad. Esperamos ser de bendición y fermento para las vidas de todos nuestros visitantes.
Sermón predicado en la iglesia presbiteriana “Juan Calvino” de Bucaramanga
Y me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. 10Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
El texto que en una ocasión escribió Pablo a la iglesia de corinto, hoy es la base de lo que el señor tiene para la iglesia, ya no de corinto, sino de Juan Calvino. No quiero extenderme ni hacer mal uso de su importante tiempo; pero de alguna manera, será Dios a través de su espíritu, quien marque el ritmo de su palabra. Palabra a la cual le guardo ahora más respeto y admiración que nunca antes. Y esto gracias, a que en los momentos cruciales que estamos viviendo como iglesia, Dios en su infinito amor no nos deja a la deriva. Y digo momentos cruciales puesto que luego de haber reflexionado en torno a la misión y visión de esta comunidad, y además, de evaluar algunos aspectos importantes del trabajo que hemos desempeñado; se siente un poco de desanimo, pesimismo, y eso está bien; pero es peor aun, cuando no sentimos nada. Y cuando esto pasa, es porque nos hemos dejado vencer por el conformismo.
Este tiempo es crucial para la iglesia, gracias a que estamos “débiles”. Y es por esa sencilla razón que el señor ha escogido este texto para nosotros hoy. Y decir que una iglesia está débil no es reconocer que hemos fallado, sino entender que es un momento coyuntural para la misión que debemos asumir. Hablaré pues de cómo enfrentar la debilidad a la manera de Dios, tal como lo deja claro este pasaje con 2 cosas.
La primera es: Bástate de mi gracia.
En los momentos más difíciles de nuestra vida, cuando más pensamos que las cosas van mal, queremos aferrarnos a nuestra salud, a nuestro dinero, a nuestra familia y a cuántas otras cosas más. Sentimos que nada puede estar peor. Hoy buscamos refugio en miles de cosas personas y situaciones. Algunas veces teniendo buenos resultados otras no tanto. Pero es allí, en medio de las adversidades, en medio de las dificultades más profundas donde Dios nos llama a bastarnos de su gracia.
No debemos olvidar que la causa de nuestra familia, de nuestros recursos económicos, de nuestras posibilidades, de la gente que tenemos a nuestro alrededor, de todo lo bueno que poseemos, de todo lo que queremos echar mano en una situación difícil, es la gracia de Dios. Por la gracia de Dios vivimos, por la gracia de Dios sentimos. En ellas somos y existimos.
Y la gracia nos recuerda el amor de Dios para con nosotros. Nos recuerda su pacto eterno. Gracia no es simplemente la misericordia de Dios, sino que es también la relación que Dios ha entablado con nosotros. La gracia es la responsabilidad que Dios tiene con nosotros; a la cual nosotros igualmente debemos responder como su palabra lo dice. La gracia es el amor de Dios hacia nosotros y por lo tanto el amor nuestro hacia Dios.
La gracia es la fuerza transformadora que hace que los sueños y las metas tengan sentido. No podemos olvidar que es por la gracia que podemos hoy luchar por la justicia y la equidad, por la libertad y la paz. Sino existiera la certeza de esa gracia que nos permite creer en un Dios que acompaña nuestros pasos; estos no tendrían punto de llegada.
A Abraham le fue dicho: yo seré tu Dios y ustedes serán mi pueblo; ésa es la profundidad de la gracia de Dios. La locura de creer que todo puede ser posible, que la paz y la felicidad son posibles, que un mundo sin barreras es posible; es la locura de la cruz. Es la relación mía con Dios, la dependencia del pueblo cristiano hacia su Señor más que a otras cosas, personas o situaciones. ¡Bástate de mi gracia! nos hace recordar que hasta en los momentos más difíciles, cuando no encontramos la salida, cuando pedimos para que nuestra situación cambie, Dios está más presente que nunca, tiene cuidado de nosotros y nos dice: aférrate a mi gracia.
¿Por qué muchas veces pensamos que no podemos sufrir adversidades como hijos de Dios? En alguna ocasión me preguntaron acerca de empezar asistir a la iglesia y comenzar a caminar de la mano de Dios; que si luego de que eso pasara, la vida de aquella persona se iba mejorar sustancialmente, y todos sus problemas se acabarían y no tendría nada más de qué preocuparse. Mi respuesta fue, que luego de empezar a caminar con el Señor, es cuando más problemas, dificultades y adversidades tendríamos que enfrentar. Aquella persona se sintió un poco decepcionada, pero esa es la realidad. La realidad de Dios para con nosotros.
Pensemos en un momento ¿porque las situaciones difíciles de nuestra vida serían el escenario perfecto para nosotros crecer y salir adelante? Está científicamente comprobado que el ser humano desarrolla sus valores, su ética, su moral y sus relaciones, en base a equivocaciones y en una gran proporción, a negarse a sí mismo muchas cosas. Aprendemos en el fracaso. Aprendemos en las dificultades. Crecemos en las adversidades.
Lamentablemente aun no hemos llegado al lugar en el cual podamos sacar lo bueno de todas las dificultades que se nos presentan. Muchos factores influyen en esto: la sociedad, la televisión, la economía, la familia; en ves de ser situaciones de apoyo, personas y cosas sobre las cuales podamos apoyarnos para avanzar en nuestras dificultades, se van convirtiendo en la gasolina que mueve el motor de la indiferencia, de la intolerancia, de la desesperanza. Terminando por hacer que nuestra vida se vuelva derrotista, se empequeñezca, pierda sentido. Mas esta palabra nos da la luz para creer que este panorama puede cambiar.
Es de Dios que lo pequeño se vuelva grande, es de Dios tomar de lo insignificante y dotarlo de sentido, es de Dios que lo que parece lógico, no lo sea tanto, es de Dios creer que cuando estamos “débiles” nos perfeccionamos, es de Dios tener la certeza que en la flaqueza su poder esta mas activo en nosotros y nosotras.
El llamado de Dios en esta mañana, radica en la importancia que tienen la pruebas; aun más, en la importancia de Dios se manifestándose en las dificultades. Bástate de mi gracia es el llamado a la iglesia para que nos aferremos a nada más que a su gracia. Que entremos de lleno en el pacto de Dios con nosotros, en el cual, en ningún momento seremos menos, no cola, sino siempre vencedores, y cabeza. Es la hora pues de entrar en la visión que Dios tiene para esta, su amada iglesia. Es el tiempo en que la gracia de Dios sea lo que nos colme, no más de estar derrotados, no más de buscar soluciones en otras cosas cuando Dios mismo está presente en nuestro caminar.
Quizás gastamos nuestro tiempo en cosas infructuosas en el pasado, pero ya llego el momento en que las preocupaciones y dificultades presentadas no serán más estorbo a las bendiciones de nuestro Dios. Pues en la debilidad somos fuertes, porque el poder de Dios se perfecciona en nuestras flaquezas; y sabemos lo que eso significa para nosotros en estos momentos cruciales como iglesia: que contrario a lo algunos piensen al vernos y quizás nosotros mismos desmeritándonos porque estamos mal, no crecemos, no tenemos compromiso en fin… todos estos argumentos en ves de reflejar el supuesto estado de la iglesia, lo que nos dicen y ratifican es que Dios está perfeccionando su poder en nosotros y nos llama a que seamos RECEPTORES DE SU PODER. Con una Fe, vivida, sentida, y proclamada; una Esperanza inquebrantable; y un Amor incansable.
No nos cansemos de proclamar que su poder ahora más que nunca se está perfeccionando en nosotros. No recurramos a nada más sino a su gracia. Entremos en su visión que es grande y maravillosa, vivámosla con fe, veámosla con esperanza y cuando llegue, cuidémosla con amor. Dios nos ha dicho ¡somos los receptores de su poder! Que en este nuevo comienzo que como iglesia queremos hacer, sea la consigna de vos en cuello de todos nosotros. El que Dios está perfeccionando su poder en nosotros porque cuando somos débiles, entonces, somos fuertes.
C.S.M CRISTHIAN GÓMEZ
Introducción.
Este texto de Juan, nos ubican el contexto de una fiesta judía que recordaba la hazaña de la purificación del templo de Jerusalén por Judas Macabeo unos años antes del nacimiento de Jesús. Esto quiere decir que es un entorno judaico tradicional. El texto nos ubica en medio del templo, que era el lugar más representativo para la fe judía, además de estar en plena celebración de la fiesta de la dedicación. No es pues fácil lo que viene a continuación, pues ya está el aire impregnado de orgullo judío.
En este espacio patriota, y nacionalista se da una de las conversaciones más resumidas de Jesús con los judíos, pero a la ves una de las más dicientes en cuanto a su ministerio. Con su sola presencia, en un contexto de estos, es donde Jesús, quizás presionado por el aire nacionalista de los judíos, muestra su esencia, y reta a ese contexto con lo que dice y hace.
¿Qué hacía de Jesús la persona tan atrayente que era? ¿Qué tenía que donde quiera que estuviera lo buscaban? ¿Qué tenía que con solo su presencia desafiaba a todo lo que estaba a su alrededor?
Miremos pues lo que la escritura nos tiene como respuesta a estas preguntas y aprendamos del maestro.
I. Diferencia entre Creer y Saber.
Los judíos querían saber, querían escuchar de boca de Jesús si él era realmente el Mesías. Mas no creían, así él dijera que realmente era el Mesías. No tenían puesta su esperanza en Jesús, no era encontrar al Mesías lo que ellos pretendían, sólo querían saber, sólo querían escuchar, no querían creer. (vr. 24).
La diferencia entre saber y creer radica en que quién sabe, puede dar razón de lo que sabe, pero esto no implica que realmente lo viva o lo practique. Todos sabemos matemáticas pero no la aplicamos a toda nuestra vida, ni vivimos de ellas. Mientras que el que cree, no solo tiene conocimiento sino experiencia y el creer en algo conlleva irrestrictamente a vivirlo.
Por ejemplo, en una clase de física un Profesor demuestra por medio de leyes matemáticas muy exactas, que un péndulo se mueve siempre en un radio de distancia igual en toda su trayectoria dependiendo de la fuerza con que se mueva la primera vez. Además, esta distancia es constante. Todos los alumnos lo escucharon y lo aprendieron. Estos podían hacer las ecuaciones necesarias para demostrar dicho fenómeno matemáticamente, pero cuando el Profesor pidió a un alumno que pasara al frente y pusiera su cabeza al extremo del recorrido del péndulo, a la distancia exacta de un centímetro antes que le tocara la nariz, nadie se ofreció. Todos lo sabían más a la hora de la práctica no lo pusieron a prueba. Así pues: el saber no implica hacer o practicar; mientras que el creer, inherentemente conlleva a hacer y ser.
Jesús se centra, no en los saberes sino en las creencias. Los judíos querían saber, pero no querían creer.
Ahora que entendemos un poco la diferencia entre saber y creer déjenme centrarme entonces en una verdadera creencia y la más alta de sus características; porque creer es ser.
II. creer es ser.
Dejemos claro que quien cree se reconoce o debe ser reconocido por el “predicar” y el practicar”, “El decir y el hacer”. La persona que dice y hace lo que dice debe ser tenida como confiable, sincera y digna de honra. Está claro pues que el decir y hacer es constitutivo de una verdadera creencia. Por el hecho de que somos lo que decimos lo hacemos y porque estas dos cosas están relacionadas, o más bien, dependen de lo que creemos; me atrevo a decir que el creer es ser. Así pues quien es portador de una verdadera creencia “creyente” se identifica con lo que cree y eso moldea lo que él es.
No es raro que todos seamos distintos, pues no todos creemos lo mismo de la misma manera, pero es extrañamente confortable que quienes creemos en cosas similares nos entendamos parcialmente mejor; ejemplo: presbiterianos entre presbiterianos, bautistas entre bautistas, materialistas entre materialistas, científicos entre científicos etc.…Todo es una cadena porque lo digo, lo hago y lo soy.
Jesús es la máxima expresión de una verdadera creencia. Les dijo a los judíos: “ya se los dije y no me creen” y además les había mostrado con hechos pero aun así no querían creer. Por lo tanto quien cree en algo es en relación a eso que cree. Si creo en Dios entonces soy de Dios. La verdadera creencia se fundamenta es esto: soy lo que creo. Era esto lo que hacía de Jesús la persona que todos buscaban. No era solo por ser hijo de Dios, no solo por ser un maestro, sino porque lo que decía lo hacia. Porque todo su ser se fundaba en lo que creía, en su meta de agradar al Padre y hacer su voluntad. Nunca desistió, nunca negocio su fe para que los demás la aceptaran. Nunca renunció a lo que creía; ni en el desierto cuando fue tentado, ni en el huerto a punto de ser entregado. Ese era nuestro maestro, nuestra luz; una persona que tenía una verdadera creencia y vivía conforme a ella.
Que falta nos hacen actualmente las personas portadoras de una verdadera creencia. Las personas que sean lo que creen, que hagan lo que dicen, y que no solo sepan lo que hablan. Que dolor tan grande le estamos causando a la creación de Dios al ser tan faltos de palabra y mucho mas de acción. De que nos sirve pues hablar tanto de cosas que sabemos cuando no las hacemos. Estamos quizás en la misma situación de aquellos judíos que solo querían saber. Ojala la iglesia del Señor deje de pensar tanto en saber y más bien crea en lo que dice. Depende de nosotros como pastores del rebaño levantar la voz del Señor, no la nuestra, para que todos estemos en sus manos, porque de allí nadie nos podrá arrebatar. La invitación de Dios en esta mañana es a que hagamos de nuestras creencias y saberes una verdadera creencia; es decir una realidad…
C.S.M. CRISTHIAN GÓMEZ
Sermón predicado el 11 de Julio de 2010 en la Iglesia Presbiteriana "Juan Calvino"
Bucaramanga, Colombia
Isaías 40:29
El da esfuerzo al cansado, y multiplica
las fuerzas al que no tiene ningunas.
Hace algunos meses he visto un anciano en las escaleras que llevan al centro comercial cañaveral, no muy lejos de aquí, la primera vez que lo vi, me pareció admirable lo que hacía. Otras personas se ubican en este puente a pedir limosna, este anciano no, él estaba prestando el servicio de pesaje y afilar tijeras y cuchillos. A pesar de su edad me pareció que era de admirar lo que estaba emprendiendo. Pero las dos últimas semanas no ha estado afilando tijeras ni pesando gente, ahora está pidiendo limosna. Del rostro alegre y a pesar de arrugado tan lleno de vida de unos meses atrás no queda nada y en su lugar apareció la cara de la nostalgia, de la desesperanza, el rostro del paso del tiempo.
¿Qué pasó con este anciano, que pasó con la vida de este hombre? Me acerqué y le pregunté. Su respuesta fue que sus manos ya no le respondían, que no era el mismo de meses atrás. Que ya para él, a su edad, el tiempo parece ir más rápido de lo normal. Se demoró más de sesenta años en perder el vigor de sus años de trabajo, pero luego de cruzar esa línea, sólo son días para perder el control del cuerpo, de las manos, de los pasos. El inclemente tiempo lo derrotó y nos derrota sin que podamos hacer nada.
Así como a este anciano nos sucede a muchos de nosotros, jóvenes, niños, adultos, nadie escapa a las inclemencias del tiempo.
El tiempo nos puede quitar las fuerzas pero no todas las fuerzas. Aunque parezca que nada escapa a su influencia, sí existe algo que puede permanecer intacto ante su paso; es nuesro interior.
Este agente parece no tener misericordia con nosotros, pero ¿es justo echarle la culpa al tiempo y sacarle excusas a Dios por lo que hicimos y ya no podemos hacer? Para este hombre el tiempo lo desgastó y tiene razón, pero dice la escritura en 2 Corintios 4:16: Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se RENUEVA de día en día. A pesar de que nuestro cuerpo se envejece nuestro interior se renueva. Esa debe ser la realidad de quien cree en Dios. Sí existe algo que escapa a la mano del tiempo, y es nuestro interior, nuestra alma, nuestro espíritu, como le queramos llamar; en nuestro interior están las cosas intangibles, como la fe, la esperanza, el amor, la paz, el gozo, y es precisamente a permancer en esas cosas lo que quiere Dios para nuestra vida. El apostol Pablo le decía a los Filipenses en el capitulo 4: 8 que si había algo digno de alabanza pensaran en eso, leamos el texto: por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.
El tiempo acaba con nuestro cuerpo físico y nosotros no alimentamos nuestro interior, !pauperrima situacion la nuestra!
El tiempo no es excusa para dejarnos vencer, para dejarnos quitar la esperanza. La fuerza, las ganas de vivir. Este mundo es un ladrón de sueños, de risas, de alegrías, de abrazos, de esperanza, pero Dios nos dice en Isaías 40:29 que El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Por el paso del tiempo nos sucede como dice en Ap 2:4 “perdemos nuestro primer amor” sí, es verdad, no podemos negarlo esto sucede pero lo que no sabemos es que nuestros tiempos están en las manos de Dios como dice el salmo 31:15. De igual manera el salmo 37:39 nos recuerda que Dios nos da su fortaleza en todo tiempo.
En qué momento perdimos la fuerza de nuestros pasos, en qué momento se esfumo el vigor con el cual nuestras manos estaban siempre prestas para servir al Señor y a su Reino. Cuáles son los motivos que nos han hacho flaquear. El tiempo quizá, las desilusiones, las humillaciones, los golpes, el dinero, los problemas, la sociedad, el sitema, la politica, la cultura....En qué momento nos dejamos robar las risas, en qué momento nos quitaron la alegría, quién o qué nos robó las fuerzas para enfrentar la vida.
Aprendamos algo: no importa cual sea el motivo por el cual hoy las cosas no sean como ayer ; siempre hay esperanza, siempre hay lugar para hacer de nuestras utopias una realidad tangible.
Hoy Dios nos invita a renovar nuestras fuerzas, a renovar nuestro interior. Dios hoy nos llama a volver al principio como dice Lamentaciones 5:21 Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; RENUEVA nuestros días como al principio.
No nos dejemos robar la paz, la alegría, la esperanza, por más que mires a tu alrededor y creas que todo está mal, ten presente que Dios está en control de todo; por triste que sea tu vida, por muy mal que estén tus circunstancias, por mucho que parezca que este mundo no tiene solución, confía en Dios y el renovará tus fuerzas. Porque El da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas
RENOVEMOS NUESTRAS FUERZAS Y NUNCA DEJEMOS DE SOÑAR....DE TENER ESPERANZA...
C.S.M CRISTHIAN GÓMEZ