SERMON PREDICADO EN LA IGLESIA PRESBITERIANA JUAN CALVINO DE BUCARAMANGA
Quisiera hablarles hoy de un hecho que pareciera estar envolatado en la misión de la iglesia, y es el ser cristianos de referencia.
En la actualidad se habla mucho de personas, cosas o sucesos de referencia. Escuchamos a diario esa palabra “referencia” pero ¿qué significa?
Veamos: Relación, dependencia o semejanza de algo respecto de otra cosa. || Base o apoyo de una comparación, de una medición o de una relación de otro tipo. Modelo a seguir.
Por estos días cercanos a elecciones se habla mucho de los candidatos que tiene un modelo a seguir o que su modelo, su referencia, es el saliente mandatario. Para ellos el actual presidente es su referencia. Para la iglesia el modelo es Jesús de Nazaret; en este punto no hay discusión. Volviendo a las personas que tienen un modelo a seguir; lo que para estas es motivo de referencia, su "norte"; para otras es lo opuesto, el objeto de rechazo. Marcando diferencias como entre los de izquierda y los de derecha etc. Pero igualmente paradójico y más increíble, es que dentro del pueblo cristiano, que tiene un solo punto de referencia, se hagan tantas divisiones. Pareciera que la imagen intacta de ese Jesús de referencia que la humanidad debe conocer, no fuera una realidad.
Por esta razón, y porque el señor sabía de antemano que esto sucedería, pronunció esta oración que habla de una solo cosa, las más necesaria para ser cristianos de referencia. La unidad.
20. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,
21. para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
22. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.
23. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
24. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.
25. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.
26. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.
Juan 17:20-26
En este texto se expresa de manera profunda el deseo de nuestro señor, es la expresión más hermosa y penetrante a manera de oración, donde Jesús dejando todo su corazón, su corazón divino, pero también humano, deja ver en cada palpitar su más alto deseo: que seamos cristianos de referencia (Vr. 21). Detrás de la unidad está el deseo de ser referentes de una sociedad desunida, donde nadie tiene un rumbo fijo, donde los sueños son mera sombra de un momento y no ideales por los cuales es necesario dar hasta la propia vida.
Para Jesús, la unidad sería el punto de quiebre que nos haría cristianos de referencia (Vr. 23).
En su oración podemos ver la clase de unidad que él quiere que tengamos. Esta se expresa fundamentalmente de dos maneras:
1. La unidad con lo humano.
Esta se ve reflejada en el amor a nuestro prójimo (Vr. 26). A muchos cristianos se les ha olvidado que para amar a Dios es necesario amar al prójimo primero. La regla del amor es amar primero. Dios nos amó primero. Por tal razón debemos amar primero (1 Juan 4:10-12,20).
No podemos simplemente quedarnos en amar a Dios. Estamos haciendo la operación al revés. Estamos restando y no sumando, cuando pretendemos amar a Dios, pasando de largo por el dolor de nuestro hermano. Ghandy decía: “no tengo problemas con Jesús, ni siquiera con el cristianismo, sino con los cristianos” Si pretendemos que el mundo crea en Jesús, deberíamos empezar por mostrar el amor que él nos mostró y hacerlo real en nuestras relaciones con quienes nos rodean. Aparte de la unidad con lo humano, qué nos faltaría para ser cristianos de referencia
2. La unidad con lo divino.
Esta parte exige de nosotros una depuración, pues ha sido la excusa por siglos para justificar nuestra apatía y separación con el resto de la humanidad que supuestamente “no es como nosotros”. Es odioso tan solo pensar en esta frase, pero para desgracia nuestra, el cristianismo mal enseñado y mal entendido, ha desencadenado estos pensamientos de ser mejores que quienes no son cristianos; y hasta superiores que el resto de la humanidad. Nada más anticristiano y antibíblico que dicha actitud. Por esta razón es necesario entender las tres áreas principales de la unidad con lo divino:
a. Mente.
La palabra de Dios nos dice que nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Cor. 2:16. Tener la mente de Cristo implica pensar como él, razonar como él. ¿Cómo logramos esto? En primer lugar, si quiero saber cómo pensaba alguien debo estudiar a ese alguien. Los grandes filósofos de la actualidad para poder pensar como filósofos, tuvieron que estudiar de manera profunda a sus antecesores; a Platón, Aristóteles y demás. No se puede tener unidad con Dios, y mucho menos ser cristianos de referencia, sin estudiar profundamente a Jesús. Para ejercitar la mente de Cristo en nosotros debemos apasionarnos por él, enamorarnos de él. Estudiarlo. Así también, nadie puede hablar de algo que no conoce, de algo que no sabe, de algo con lo que no se relaciona. Debemos relacionarnos con lo que pretendemos conocer. ¿Cuáles son las llaves para tener estudiar a Jesús y relacionarme con él? Estudiar su palabra (2 Tm 3:16) y Orad sin cesar (1 tesalonicenses 5:17).
La oración es una herramienta eficaz que tiene la iglesia para llegar a relacionarse con la mente de Cristo y así estar unidos con él.
b. Cuerpo.
La historia del soldado de la segunda guerra mundial es de inspiración para este punto. Se dice que este soldado oraba a diario para que la guerra terminara lo más pronto posible, en una pequeña capilla que tenia la imagen de Cristo con los brazos abiertos; el soldado iba constantemente hasta que una bomba destruyo la capilla y todo lo que allí había. Aquel soldado al ver la imagen de Cristo destrozada sin brazos y sin pies se preguntó, por qué Dios dejó que eso pasara. Y escucho una vos que le dijo: porque tú eres mis brazos y mis pies en este mundo. Parece rudo, pero es la realidad, a veces tenemos que ver la imagen de un Jesús sin brazos y sin pies para concientizarnos que somos nosotros las manos y los pies de Dios en este mundo. Sus embajadores. Otra vez el apóstol Pablo nos da la clave para aprenderá ser las manos y los pies de Jesús: Colosenses 3:17. La premisa de este versículo está en la pregunta ¿Qué haría Jesús?
c. Corazón.
Sentir como el sintió. Para llegar a la unidad con lo divino es este aspecto y ser cristianos de referencia debemos empezar a practicar un principio que, nuevamente el apóstol pablo nos dejó en su palabra: Colosenses 3: 23. Esto nos lleva a decir que debemos llorar con quien llora, reír con quien ríe, sufrir con quien sufre, gozar con quien goza. 1 Corintios 9:22.
Conclusión.
Ser cristianos de referencia en un mundo donde no existe nada fijo, donde no hay certeza que no pueda ser refutada, donde no hay sueños alcanzables porque parece que estuviésemos destinados a llevar una vida normal en vez de extraordinaria, no es nada fácil. Pero podemos empezar por romperlas barreras que nos separan, por alcanzar la unidad en lo humano y lo divino para que el mundo crea que el señor nos ha enviado. Para que el mundo crea que él está en nosotros. No despreciemos lo que su palabra nos ha enseñado a través de este hermoso texto y pidamos la fuerza de su espíritu santo para que podamos ponerlo en práctica.
Bendiciones.
C.S.M Cristhian Gómez
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