lunes, 23 de agosto de 2010

PERDIENDO NUESTRA ESENCIA

Sermón Predicado en la Iglesia Presbiteriana Juan Calvino

Bucaramanga, agosto 22 de 2010

Introducción

Alguien, una vez dijo: “cuando perdemos lo esencial, nos condenamos a perderlo todo y no servir para nada”. Esta afirmación es bastante cierta y me trae a la memoria un día que en mis afanes, preparé todo lo necesario para ir a hacer una visita. Empaqué la biblia, la guitarra, hasta un cancionero; el carro estaba recién lavado e hice la oración antes de partir, y cuando iba saliendo con todo para meterlo en el carro ¡Oh sorpresa! Se me olvidaron las llaves. Todo lo anterior no sirvió de nada, el afán, la preparación, la condición del carro, en fin. Todo estaba listo, más no sirvió de nada. Al mirar mí penosa situación, me recriminé y dije ¿Por qué se necesitaran las llaves tanto para abrir, como para utilizar un carro?

Semejante armatoste de latas, cables, fluidos y demás que es un automóvil y para qué. No sirve de nada si no tienes lo más insignificante y pequeño de sus partes: las llaves. Lo esencial para poder hacerlo funcionar. Una sola cosa que falte, y lo demás no sirve para nada.

En el texto que hoy nos llama la atención se enmarca una situación similar a esta. Haciéndonos recordar que cuando perdemos lo esencial de nuestra fe y nuestras prácticas, por muy estructurados y listos que estemos, el resto, por muy importante que parezca, no sirve para nada. Leamos:

Lucas 13:10-17 (Biblia de Estudio Dios Habla Hoy)

10 Un sábado Jesús se había puesto a enseñar en una sinagoga; 11 y había allí una mujer que estaba enferma desde hacía dieciocho años. Un espíritu maligno la había dejado jorobada, y no podía enderezarse para nada. 12 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: --Mujer, ya estás libre de tu enfermedad. 13 Entonces puso las manos sobre ella, y al momento la mujer se enderezó y comenzó a alabar a Dios. 14 Pero el jefe de la sinagoga se enojó, porque Jesús la había sanado en sábado, y dijo a la gente: --Hay seis días para trabajar; vengan en esos días a ser sanados, y no en sábado 15 El Señor le contestó: --Hipócritas, ¿no desata cualquiera de ustedes su buey o su burro en sábado, para llevarlo a tomar agua? 16 Pues a esta mujer, que es descendiente de Abraham y que Satanás tenía atada con esta enfermedad desde hace dieciocho años, ¿acaso no se la debía desatar aunque fuera sábado? 17 Cuando Jesús dijo esto, sus enemigos quedaron avergonzados; pero toda la gente se alegraba al ver las grandes cosas que él hacía.

Este texto nos muestra a Jesús camino a Jerusalén haciendo una pausa en la sinagoga, un sábado, el famoso día de reposo. Esta parada es sumamente importante, ya que es la última vez que Lucas pone a Jesús en una sinagoga enseñando. Es importante no perder este detalle, pues volveremos sobre el después.

Ubicación del texto en su contexto

Para poder entender el mensaje del texto tenemos que ubicarnos en el día sábado y en la sinagoga, como elementos fundamentales de la religiosidad judía. Estos unidos creaban el ambiente perfecto del encuentro del pueblo con Yahvé a través de su palabra. El sábado era el tiempo de descanso de las actividades cotidianas. Fue creado para honrar a Dios a través del descanso del hombre; convirtiéndose en una herramienta religiosa poderosa para el bienestar del ser humano, una espada de doble filo: por un lado dignifica la condición del ser humano a través del descanso físico y mental, y por el otro, abre la puerta para glorificar a Dios de manera integral. Esos eran los propósitos del sábado.

De la misma manera, la sinagoga, como alternativa al templo, era el lugar donde se estudiaba la tora y los profetas, hecho que revitalizaba la fe y la esperanza de la restauración por parte de Dios de todos los males que tenía el pueblo; entre ellos las enfermedades. La sinagoga terminó convirtiéndose en el lugar de resguardo de la fe y la identidad judía, cuando el pueblo judío estuvo cautivo en babilonia (548 a.C). Hasta entonces, la religión judía estaba centralizada en Jerusalén y el templo. La entrada en escena de la sinagoga la revitaliza volviéndola más comunitaria, más cercana al pueblo, menos sacrificial y sacerdotal.

Ambos, el sábado, como la sinagoga, jugaban un papel determinante en la protección de la fe en Yahvé por parte del pueblo judío. Cuando estos estuvieron cautivos en babilonia y después con la dispersión, las herramientas que preservaron su fe, fueron precisamente estas dos.

Llama la atención pues, que este texto nos presente un panorama tan distinto del que en realidad eran la sinagoga y el sábado. Desde sus inicios, la escena deja ver la pérdida de la esencia de la fe judía, y por tal, lo que sucede también a la fe cristiana, cuando perdemos las llaves del carro.

1. Dejamos de sentir. Al perder la esencia de lo que somos y con el pasar del tiempo, y las miles ocupaciones que nos ponemos nosotros mismos, sumado al ritmo de un mundo cada vez menos humano, nos vamos viendo inmersos en proyectos y cosas que hacen que perdamos la sensibilidad. Vamos perdiendo progresivamente nuestros sentidos, fijémonos en lo que pasa en los versículos 12 y 13.

a) No vemos (Vr. 12a). Al dejar de sentir lo primero que perdemos es la capacidad de ver. Jesús, a pesar de la carga que tenía (recordemos que iba camino a Jerusalén donde sabía que sería entregado y muerto en una cruz), toma tiempo para mirar. Y mirar más allá de lo que debía. Pues estando en la sinagoga fija sus ojos en una mujer enferma.

En ese lugar (la sinagoga), las mujeres estaban relegadas a un lugar aparte de los hombres, que en muchas ocasiones estaba dividido por una pared o un enrejado. Estas no podían hablar, se limitaban solo a orar. Jesús estando en el lugar de los hombres, donde se leía y estudiaba la ley, busca a esta mujer con la mirada; pues no es correcto pensar que ella estaba a la vista de todos. Jesús vio más allá de lo que tenía enfrente.

Llama la atención que nadie parece haber tenido en cuenta a esta mujer que llevaba 18 años enferma. Nadie la había visto antes. Pero Jesús rompe con esto y aun más, pues la llama de su lugar y parece llevarla a donde él estaba, el lugar reservado únicamente para los hombres.

Esta actitud de ver a la mujer y su situación, a pesar de la situación de él mismo, debe reclamarnos un cambio hoy. A nosotros que nos dejamos llevar por los afanes, preocupaciones y compromisos, pasando por encima de la necesidad del otro y haciéndonos los de la vista gorda. Sí, a nosotros que por nuestros prejuicios somos incapaces de ver al otro. Si, a nosotros que nos basta con ver a alguien mal vestido para despreciarlo, que nos basta con la primera impresión para calificar o descalificar a alguien.

La actuación de Jesús debe interpelarnos. No mirando su propia situación, ignorando la presión que tenía encima, desafiando las barreras de separación creadas por el contexto, no satisfaciéndose con lo que tenía a la vista, sino mirando más allá.

Cuando perdemos la esencia de nuestra fe, perdemos todo. La sinagoga era el lugar de encuentro con la palabra de Yahvé, que era la base de la fe judía, la base de la esperanza. Era el lugar donde se supone que debería encontrarse la paz, la salud, la restauración ¿Qué pasó pues con la sinagoga que dejó de ser lo que era? Los que se reunían allí, perdieron lo esencial. Perdieron las llaves del carro.

b) No hablamos (Vr. 12b). En segundo lugar, cuando dejamos de sentir por la pérdida de lo esencial, no solo dejamos ver, sino también de hablar. Miremos que la acción de Jesús es progresiva, no solo la mira, sino que le habla. Y parece normal pero no lo es tanto; puesto que para los maestros de la ley y sus estudiantes estaba prohibido hablar con mujeres en público, incluso mirarlas, y más en la sinagoga. Ellas mismas no podían hablar nada y quien les hablase se consideraba indecoroso y de poca honra. Pero Jesús, aun conociendo todo esto, le habla y profiere en ella la bendición de la sanidad que por tantos años estaba esperado.

Hoy día, si nos duelen los ojos para mirar, se nos cae la boca para hablar. Pasa que la iglesia está perdiendo la capacidad de hablarle al mundo. No somos nada comparado con siglos pasados donde la evangelización y la predicación de las buenas nuevas estaba al orden del día. Países y ciudades fueron establecidas sobre principios cristianos gracias a la predicación de muchos. Era imperioso hablar de Dios y de su salvación. Por muy bien o mal que lo hayan hecho, impulsados por una u otra situación histórica, fuere cual fuere el motivo por el cual se predicaba el evangelio tan vehementemente, se hablaba; bien o mal pero se hablaba de Dios.

Actualmente hemos re-re-re-re-definido la evangelización, y estamos de acuerdo, pero cada vez la redefinición nueva trae consigo menos palabras. Decimos evangelizar con acciones sociales, pero la acción social, debe ir acompañada de la acción profética, y lo profético es hablar más que cualquier otra cosa. El nuevo testamento nos muestra una iglesia que transformó su contexto, social, económico y político ¿Cuál fue la herramienta que se utilizó? ¿Qué hizo que los apóstoles, gente del común, cambiaran el mundo? La respuesta es clara: hablaron, hablaron y hablaron de Dios.

c) No tocamos (Vr. 13) la tercera cosa que sucede cuando dejamos de sentir es la pérdida de toque. La insensibilidad frente al otro se empieza a trasladar cada vez a nuestros círculos sociales más pequeños: el trabajo, la oficina, la familia. Jesús sin importar los prejuicios de su contexto y del lugar donde se encontraba, toca a la mujer. Si bien hablarles a las mujeres en la sinagoga era indecoroso, cuanto más tocarlas. Al referirme a este punto traigo una pregunta para ustedes: hasta este momento del día ¿Cuántos abrazos han dado y cuantos han recibido? Podríamos replicar que el texto no hable de afecto directamente en el acto de imponer las manos; más el simple hecho de hacer algo que no estaba bien visto delante de los espectadores, implica decisión y sentimientos claros por parte de quien lo hace. Además, no podemos decir que Jesús hacía milagros solo por que los debía hacer o para que lo vieran. Detrás de cada sanidad, de cada liberación, de cada multiplicación de los panes, década palabra a la multitud, estaba el corazón de un hombre que amaba lo que hacía y a quienes lo hacía.

El tocar a una persona es símbolo de unidad con dicha persona. La dimensión del tocar, del imponer manos a otra persona es una práctica recurrente en la biblia. De esta se infiere que quien toca, transmite lo que tiene a la persona que toca. Los sicólogos han descubierto que el tocar es terapéutico y sanador. Jesús nuevamente nos enseña que en medio de la insensibilidad del mundo, incluso de la indiferencia de la religiosidad que se estaba practicando en las sinagogas, y aun hoy, entre el pueblo que se dice ser seguidor de él, hay espacio para la sensibilidad del toque.

Por tal razón, defiendo que en medio de nuestra liturgia, y de cualquier servicio, se debe dar espacio para que la membrecía se estreche la mano, se abrace. Tenemos familias que entre ellos se hablan solo lo necesario para no gastarse la garganta, imagínese como es la situación en cuanto al área corporal, en cuanto al toque. Y ni hablar de esto cuando no se trata de nuestra familia, si no de un desconocido.

Al perder la esencia de lo que somos, de nuestra fe, se desencadena, la pérdida total de nuestros sentidos. Dejamos de sentir.

2. Nos volvemos legalistas. La perdida de nuestra esencia no solo afecta nuestra capacidad de sentir y percibir al otro/a, sino que también se traslada a la manera en como vemos y vivimos nuestros proyectos e instituciones. Al mirar la reacción del jefe de la sinagoga frente a la sanación de esta mujer, nos empieza a dar un poquito de rabia ¿Quién se cree este tipo, para prohibirle al pueblo que fuese sanado en sábado? Según indica el pasaje, este era el principal de la sinagoga, la persona que ejercía autoridad frente a todo lo que se hacía allí (Vr. 14). Era además un maestro de la ley. De cierta manera estaba en todo el derecho de hacer lo que hizo. Esa era su función, pero ¿Qué pasa que la actitud de este está tan lejos de lo que realmente es el sábado y la sinagoga? Porque al perder la esencia de nuestra fe, no solo dejamos de sentir, también, nos volvemos legalistas.

Cuando hablo de legalista no me refiero a quien conoce mucho las leyes, sino a quienes hacen que su vida gire en torno a estas, dejando lo demás en segundo plano. Miremos lo que pasa cuando, olvidando la raíz de lo que es nuestra fe, nos volvemos legalistas

a) Ponemos el símbolo por encima del significado (Vr. 15). Hemos dicho que tanto la sinagoga como el sábado eran los símbolos de la identidad judía, y de su fe, pero que estos en su esencia cumplían una misión específica: el encuentro del pueblo con Dios en su cotidianidad.

Las leyes de la sinagoga y el sábado eran tan estrictas que no dejaban ver la verdadera función de estos. Una de las leyes del sábado decía que nadie podía siquiera mover artículos pesados de su hogar de un lugar a otro, sino era estrictamente necesario y por una distancia ínfima. Todo esto en razón del descanso. El símbolo perdió su significado. Por eso Jesús habla acerca del desatar los bueyes y los asnos como trabajo que ellos hacían sin ningún problema, invalidando así la ley que ellos mismos defendían, sin ponerla en práctica (Mt. 23:4). Las leyes del sábado y de la sinagoga terminaron desapareciendo su significado. Esto es lo que sucede cuando perdemos la esencia de nuestra fe. Cuando perdemos las llaves del carro.

En este punto es necesario preguntar ¿Qué de lo que hacemos ha perdido el significado de lo que realmente era? Quizás la liturgia, el culto, la predicación ¿En dónde está el fundamento de nuestras prácticas cristianas? Decimos que la liturgia es el servicio del pueblo a Dios, pero en muchas ocasione el pueblo no participa en ella, no puede expresarse en ella. Decimos que la predicación es la palabra de Dios hablando a la humanidad hoy, pero si no hablamos lo que está de moda, estamos “out” sino hablamos lo que nos dice el marco conceptual, o el seminario, entonces nuestra predicación no es buena; no sirve porque no responde a lo que se espera. La pregunta obligada es ¿A lo que espera quién? ¿Lo que espera Dios o la gente? ¿Lo que espera Dios o el marco conceptual? ¿Lo que espera Dios o el seminario?

Debemos entender que todo lo que hacemos responde a la gracia de Dios a favor nuestro, esperando que si de gracia hemos recibido, de gracia demos; es decir, que si de Dios tememos lo que tememos, es a Dios y no a nadie más a quien debemos honrar con ello.

b) Ponemos lo correcto por encima de lo necesario (Vr. 16). Al perder la esencia de lo que somos y lo que hacemos nos volvemos insensibles ante la necesidad del otro, además de legalistas, y en el marco de este legalismo, nos afanamos por hacer lo correcto más que lo necesario. Si Jesús hubiese tenido en cuenta todo el bagaje del día y el lugar en donde estaba, lo correcto sería haberse limitado a explicar las escrituras, pero no fue así. Rompiendo todo esquema Jesús pone por encima de lo “correcto” lo necesario. ¿Acaso no era necesario desatar a esta mujer de su enfermedad antes que cumplir con los rituales legalistas de ese sábado desdibujado y de esa sinagoga insipiente? Si hasta este punto hemos visto las consecuencias de perder la esencia de nuestra fe y de nuestra identidad como cristianos, hemos de terminar diciendo que antes del símbolo esta el significado, y antes de lo correcto esta lo necesario.

Conclusión

Pero me preguntaran que cuál es la tan afamada esencia de nuestra fe e identidad que he repetido durante todo el mensaje. Y les diré que no es otra que la que Jesús expresó de sí mismo, marcándola como su misión al comienzo del evangelio de Lucas. Al comenzar este sermón dije que no perdiéramos de vista el hecho de que en Lucas, éste texto es la última vez que aparece Jesús en una sinagoga y en sábado enseñando. Ahora pues, la esencia de nuestra fe e identidad como cristianos, se encuentra en la primera aparición que registra Lucas de Jesús en una sinagoga, enseñando y particularmente en sábado (Lc. 4: 16-20)

Dos situaciones particularmente similares, nos sirven de paralelo y complemento. Son las mismas características, (ambas en sábado y en la sinagoga) una al principio del ministerio publico de Jesús, y la otra a portas de su culminación. La primera declarando la esencia del evangelio, la otra cumpliéndolo y haciéndolo real. Quizás sea poco el solo nombrar el texto de Lucas 4:16-20, pero sin duda, será nuestro motivo de estudio y reflexión próximamente.

Por hoy, pidamos a nuestro Dios padre y madre que en su amor y misericordia nos ayude a salir del ritmo inclemente que nos impone esta sociedad y nos guarde de no perder nuestra identidad, de no perder las llaves de nuestro carro, que nos ayude a ser más sensibles frente a nuestro cercano (prójimo), que nos ayude a ver con sus ojos, a hablar con su boca y tocar con sus manos. Que nos de la fuerza para no perder de vista el significado de lo que hacemos.

Dios nuestro ayúdanos para dar buenas nuevas a los pobres;
Para sanar a los quebrantados de corazón;
Para libertad a los cautivos, y dar vista a los ciegos;
Para quitar las cargas a los oprimidos;

Danos la fuerza para predicar el año agradable del Señor.

Y así hermanos y hermanas, como decía Juan Calvino “inclinémonos en humilde reverencia ante la majestad de nuestro Dios”.

C.S.M Cristhian Alexis Gómez

sábado, 14 de agosto de 2010

CRISTIANOS DE REFERENCIA.

JUAN 17: 20-26
SERMON PREDICADO EN LA IGLESIA PRESBITERIANA JUAN CALVINO DE BUCARAMANGA

Quisiera hablarles hoy de un hecho que pareciera estar envolatado en la misión de la iglesia, y es el ser cristianos de referencia.
En la actualidad se habla mucho de personas, cosas o sucesos de referencia. Escuchamos a diario esa palabra “referencia” pero ¿qué significa?

Veamos: Relación, dependencia o semejanza de algo respecto de otra cosa. || Base o apoyo de una comparación, de una medición o de una relación de otro tipo. Modelo a seguir.
Por estos días cercanos a elecciones se habla mucho de los candidatos que tiene un modelo a seguir o que su modelo, su referencia, es el saliente mandatario. Para ellos el actual presidente es su referencia. Para la iglesia el modelo es Jesús de Nazaret; en este punto no hay discusión. Volviendo a las personas que tienen un modelo a seguir; lo que para estas es motivo de referencia, su "norte"; para otras es lo opuesto, el objeto de rechazo. Marcando diferencias como entre los de izquierda y los de derecha etc. Pero igualmente paradójico y más increíble, es que dentro del pueblo cristiano, que tiene un solo punto de referencia, se hagan tantas divisiones. Pareciera que la imagen intacta de ese Jesús de referencia que la humanidad debe conocer, no fuera una realidad.
Por esta razón, y porque el señor sabía de antemano que esto sucedería, pronunció esta oración que habla de una solo cosa, las más necesaria para ser cristianos de referencia. La unidad.


20. Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos,

21. para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.

22. La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno.

23. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.

24. Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén conmigo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo.

25. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste.

26. Y les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

Juan 17:20-26



En este texto se expresa de manera profunda el deseo de nuestro señor, es la expresión más hermosa y penetrante a manera de oración, donde Jesús dejando todo su corazón, su corazón divino, pero también humano, deja ver en cada palpitar su más alto deseo: que seamos cristianos de referencia (Vr. 21). Detrás de la unidad está el deseo de ser referentes de una sociedad desunida, donde nadie tiene un rumbo fijo, donde los sueños son mera sombra de un momento y no ideales por los cuales es necesario dar hasta la propia vida.
Para Jesús, la unidad sería el punto de quiebre que nos haría cristianos de referencia (Vr. 23).
En su oración podemos ver la clase de unidad que él quiere que tengamos. Esta se expresa fundamentalmente de dos maneras:
1. La unidad con lo humano.

Esta se ve reflejada en el amor a nuestro prójimo (Vr. 26). A muchos cristianos se les ha olvidado que para amar a Dios es necesario amar al prójimo primero. La regla del amor es amar primero. Dios nos amó primero. Por tal razón debemos amar primero (1 Juan 4:10-12,20).
No podemos simplemente quedarnos en amar a Dios. Estamos haciendo la operación al revés. Estamos restando y no sumando, cuando pretendemos amar a Dios, pasando de largo por el dolor de nuestro hermano. Ghandy decía: “no tengo problemas con Jesús, ni siquiera con el cristianismo, sino con los cristianos” Si pretendemos que el mundo crea en Jesús, deberíamos empezar por mostrar el amor que él nos mostró y hacerlo real en nuestras relaciones con quienes nos rodean. Aparte de la unidad con lo humano, qué nos faltaría para ser cristianos de referencia
2. La unidad con lo divino.

Esta parte exige de nosotros una depuración, pues ha sido la excusa por siglos para justificar nuestra apatía y separación con el resto de la humanidad que supuestamente “no es como nosotros”. Es odioso tan solo pensar en esta frase, pero para desgracia nuestra, el cristianismo mal enseñado y mal entendido, ha desencadenado estos pensamientos de ser mejores que quienes no son cristianos; y hasta superiores que el resto de la humanidad. Nada más anticristiano y antibíblico que dicha actitud. Por esta razón es necesario entender las tres áreas principales de la unidad con lo divino:
a. Mente.

La palabra de Dios nos dice que nosotros tenemos la mente de Cristo. 1 Cor. 2:16. Tener la mente de Cristo implica pensar como él, razonar como él. ¿Cómo logramos esto? En primer lugar, si quiero saber cómo pensaba alguien debo estudiar a ese alguien. Los grandes filósofos de la actualidad para poder pensar como filósofos, tuvieron que estudiar de manera profunda a sus antecesores; a Platón, Aristóteles y demás. No se puede tener unidad con Dios, y mucho menos ser cristianos de referencia, sin estudiar profundamente a Jesús. Para ejercitar la mente de Cristo en nosotros debemos apasionarnos por él, enamorarnos de él. Estudiarlo. Así también, nadie puede hablar de algo que no conoce, de algo que no sabe, de algo con lo que no se relaciona. Debemos relacionarnos con lo que pretendemos conocer. ¿Cuáles son las llaves para tener estudiar a Jesús y relacionarme con él? Estudiar su palabra (2 Tm 3:16) y Orad sin cesar (1 tesalonicenses 5:17).
La oración es una herramienta eficaz que tiene la iglesia para llegar a relacionarse con la mente de Cristo y así estar unidos con él.
b. Cuerpo.

La historia del soldado de la segunda guerra mundial es de inspiración para este punto. Se dice que este soldado oraba a diario para que la guerra terminara lo más pronto posible, en una pequeña capilla que tenia la imagen de Cristo con los brazos abiertos; el soldado iba constantemente hasta que una bomba destruyo la capilla y todo lo que allí había. Aquel soldado al ver la imagen de Cristo destrozada sin brazos y sin pies se preguntó, por qué Dios dejó que eso pasara. Y escucho una vos que le dijo: porque tú eres mis brazos y mis pies en este mundo. Parece rudo, pero es la realidad, a veces tenemos que ver la imagen de un Jesús sin brazos y sin pies para concientizarnos que somos nosotros las manos y los pies de Dios en este mundo. Sus embajadores. Otra vez el apóstol Pablo nos da la clave para aprenderá ser las manos y los pies de Jesús: Colosenses 3:17. La premisa de este versículo está en la pregunta ¿Qué haría Jesús?
c. Corazón.

Sentir como el sintió. Para llegar a la unidad con lo divino es este aspecto y ser cristianos de referencia debemos empezar a practicar un principio que, nuevamente el apóstol pablo nos dejó en su palabra: Colosenses 3: 23. Esto nos lleva a decir que debemos llorar con quien llora, reír con quien ríe, sufrir con quien sufre, gozar con quien goza. 1 Corintios 9:22.

Conclusión.

Ser cristianos de referencia en un mundo donde no existe nada fijo, donde no hay certeza que no pueda ser refutada, donde no hay sueños alcanzables porque parece que estuviésemos destinados a llevar una vida normal en vez de extraordinaria, no es nada fácil. Pero podemos empezar por romperlas barreras que nos separan, por alcanzar la unidad en lo humano y lo divino para que el mundo crea que el señor nos ha enviado. Para que el mundo crea que él está en nosotros. No despreciemos lo que su palabra nos ha enseñado a través de este hermoso texto y pidamos la fuerza de su espíritu santo para que podamos ponerlo en práctica.

Bendiciones.

C.S.M Cristhian Gómez



domingo, 8 de agosto de 2010

NO TE DISTRAIGAS

Sermón predicado el 08 de Agosto de 2010 En la iglesia presbiteriana

“Juan Calvino” De Bucaramanga.

Lucas 12: 35-48


El texto

El texto del evangelio nos trae la historia de 2 siervos. Sin entrar en consideraciones de cultura, contexto y demás, que son importantes, pretendo que hagamos una reflexión en la cual veamos la pertinencia de la enseñanza de Jesús camino a Jerusalén. Según los títulos que les ponen las versiones de la biblia para identificar el tema; uno de ellos es calificado como vigilante o prudente y el otro como infiel. Cabe notar aquí que estos títulos no se encuentran en el texto original sino que son puestos por los distintos editores de las versiones de la biblia que hoy tenemos.

Siguiendo adelante el pasaje está hablándonos de las características que deben tener los siervos. Miremos pues de manera somera, qué es un siervo/a.

¿Que distingue a un siervo/a?

Lo primero y fundamental que distingue a un siervo/a es que tiene un amo. Tiene un señor. Esta es la característica distintiva de los siervos/as. Además de esto, el texto nos enseña algo más acerca de los siervos.

En el primer ejemplo, el texto se refiere al siervo prudente con la palabra griega “doulous” (Vr. 37) la cual denota principalmente servicio, el doulous es un servidor.

El siguiente, se refiere al siervo como un “oikonomos”. El significado de este término griego es literalmente administrador, algo así como mayordomo o amo de llaves.

Entonces además de tener un señor, un dueño, el siervo debe servir y administrar. Estas son las características de los siervos.

En reiteradas ocasiones la biblia habla de nosotros como siervos, y en verdad lo somos, pues tenemos un amo y señor: Jesús (Rm. 14:8-9. 2 Co. 4:5) estamos llamados a servir (Mr. 10:43) y somos administradores (Gn. 1:28; 1 Pe. 4:10) siendo así, el texto nos habla a nosotros hoy. Sin embargo, lo importante radica en la enseñanza que Jesús hace a sus seguidores. La cual he titulado no se distraigan.

Camino a Jerusalén, en el cumplimiento de su misión, Jesús, sabiendo lo que allí acontecería, no quiere distraerse y aprovechando las oportunidades que le presenta ese camino, les enseña a sus discípulos, y una de esas enseñanzas es la de no distraerse para alcanzar la aprobación de Dios y la felicidad.

¿Cómo pues lo haremos?

No distrayéndonos de lo que somos.

Somos siervos de Dios, llamados a servir, no a ser servidos. La actitud de la humanidad y de algunos que nos decimos ser cristianos, nada tiene que ver con este postulado. Hemos perdido el camino, el rumbo que nos trazó Jesús. Parece que nos hemos convertido en una especie de "mírame, pero no me toques". Gran parte de los males de la humanidad y de la iglesia cristiana, están en el olvido de este postulado del caminar cristiano. Se nos está olvidando el carácter del servicio como distintivo de nuestro accionar en la humanidad. Sin querer extenderme en este punto, citando un ejemplo, podemos solo mirar los gobernantes que se les olvida que son servidores públicos y no reyes. Estos utilizan el poder que les otorga el pueblo no para servirles, sino en muchas ocasiones, para someterles.

También somos administradores. Al decir esto nos referimos directamente a la manera en cómo vemos lo que nos rodea. Un buen administrador reconoce que lo que le rodea no es suyo, sino de su Señor. Ve las cosas como ajenas, como algo de lo que le pedirán cuentas. Esos dichos populares como "las cosas no son del dueño sino del que las necesita" no son para nada cristianos ni acorde con el pensamiento bíblico. Este principio es aplicable a todo en nuestra vida, pues Dios nos pedirá cuentas de lo que hacemos, y de lo que dejamos de hacer, pedirá cuenta de nuestra vida (Mt 18:23; 25:19) preguntémonos ahora ¿Cómo ve Dios lo que estamos haciendo con su creación? ¿la estamos cuidando como si no fuera nuestra? ¿Cuál es la actitud que tomamos frente a lo que nos rodea, personas y cosas? No solo basta con dar a Dios lo que es de de Dios, también debemos honrarle con lo que no le damos. Es triste pensar que la humanidad entera esperó a que la creación estuviera agonizante para preocuparse por ella, y aun así, quienes se creen señores del mundo no hacen nada significativo para que las cosas cambien. Si solo entendiéramos lo que es ser administradores de las cosas de nuestro Dios y de su multiforme gracia, seguro trasformaríamos este mundo (Gn. 1:28; 1 Pe. 4:10)

No distrayéndonos en lo que hacemos

Cuando somos constantes en lo que hacemos entonces el éxito está asegurado. Cuando un atleta deja de entrenar y se pone a beber y relajarse, lo que le espera es la pérdida de su estado físico y la reprobación de su entrenador, además de no poder ganar. El siervo que pensó que su señor se demoraba y dejó de hacer lo que le correspondía como siervo, fue reo de castigo (Vrs. 45-46)

Estamos en un momento coyuntural en el cual la iglesia no puede bajar la guardia, no puede distraerse de lo que está llamada a hacer. El ritmo de la sociedad y la vida misma esta tan acelerada, que el que no se adapta, muere; como dicen por ahí “camarón que se duerme, se lo lleva la corriente” me permito tocar dos cosas que me parecen importantes:

Conclusión

No te distraigas en lo personal. En lo que eres y en lo que haces. Tu felicidad depende de esto. Solo llegan alcanzar sus metas los que no se distraen de su objetivo, aquellas personas que intencionalmente se olvidan de las cosas que no les permiten crecer. Como dice el Apóstol Pablo “una cosa hago, olvidándome de lo queda atrás y extendiéndome a lo que está adelante….(Fl 3:13-14)

No te distraigas como iglesia. En lo que eres, eres fermento, luz, denuncia, guardián de la justicia y de la creación hay que estar atento a toda clase de injusticia de señorío que no venga de Dios. Hay que cuidar de la creación y de nuestra misión, preciso en este nuevo momento de un nuevo gobierno, cuidémonos de no distraernos dejando que hagan lo que quieran.

En lo que haces. Acordémonos que es lo que hacemos y no nos distraigamos. Hacemos la paz, la proclamamos, hacemos diaconía (servicio) hacemos justicia, levantamos al caído, liberamos al cautivo, sanamos los corazones quebrantados, desatamos las ligaduras de opresión; concretamente construimos el reino de Dios en el mundo.

No nos distraigamos en esto y seremos dignos de la alegría y la aprobación de Dios. Recordemos que a quien mucho se le da, mucho se le demandará.

C.S.M CRISTHIAN GÓMEZ